Los señores de Xibalbá:
Hunahpú e Ixbalanqué fueron a jugar pelota a la vieja cancha donde jugaban sus padres. Los escucharon los señores de Xibalbá, molestos, enviaron a sus mensajeros donde la abuela de los muchachos, invitando a Hunahpú e Ixbalanqué a un juego de pelota para deshacerse de ellos como hicieron con Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú. Ixmucané, la abuela de los muchachos, se preocupó mucho, envió a un piojo a llamar a los muchachos y transmitirles el mensaje. Al piojo se lo tragó un sapo, Tamazul, al sapo se lo tragó una culebra, Zaquicaz, a la culebra se la tragó el Vac, un gavilán, hasta que llegaron al juego de pelota.
Los muchachos le dieron al Gavilán con la cerbatana, le lastimaron el ojo pero lo curaron. El gavilán vomitó a la serpiente, la serpiente al sapo y el sapo no podía sacar al piojo porque le había quedado entre los dientes. El piojo les transmitió el mensaje a los muchachos y ellos regresaron donde su abuela a despedirse, pero antes de irse cada uno sembró caña en medio de la casa, si se secaba, era señal de que ellos habían muerto, pero si retoñaba, era señal de que seguían vivos.
Entonces partieron los muchachos a Xibalbá, pasando entre ríos, barrancos y pájaros Molay. Llegaron a los cuatro caminos hacia Xibalbá, Hunahpú arrancó un pelo de su pierna y lo mandó al camino negro, a picar a los 14 señores de Xibalbá, todos revelaron sus nombres. Los muchachos llegaron a Xibalbá y los señores les ofrecieron sentarse en aquella piedra caliente, pero Hunahpú e Ixbalanqué sabían que era una trampa. Los señores los dejaron pasar a la Casa Oscura.
Entrando a la Casa Oscura les dieron cigarros y rajas de ojote, les dijeron que las regresaran por la mañana. Hunahpú e Ixbalanqué nunca encendieron ni el ojote ni los cigarros, al ojote le pusieron plumas de cola de guacamaya y al cigarro luciérnagas para que se vieran encendidos. Los señores de Xibalbá se enfurecieron y los invitaron a jugar pelota.
Primero jugaron con la pelota de los de Xibalbá, en medio del partido cayó al suelo un cuchillo de pedernal, Los muchachos ganaron. Los de Xibalbá pidieron revancha, ahora con la pelota de los muchachos, pero los muchachos volvieron a ganar. Al ver que no vencían, los de Xibalbá mandaron a los muchachos a traer cuatro jícaras de flores: Chipilín colorado, blanco, amarillo y Carinimac. Los muchachos accedieron, pasaron por la cueva de las navajas, salieron ilesos y persuadieron a las hormigas para que burlaran a los guardias del jardín (Ixpurvec, Puhuyú) y robaran las flores. Así fueron vencidos en esta ocasión los de Xibalbá.
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