Origen de Hunahpú e Ixbalanqué:
Los señores de Xibalbá le querían dar muerte a Hun-Hunahpú y a Vucub-Hunahpú porque querían quitarles sus instrumentos de juego y sus joyas. Los humillaron y los engañaron para vencerlos y castigarlos. Sacrificaron a los dos, pero la cabeza de Hun-Hunahpú la pusieron en un árbol y al instante comenzó a dar un curioso fruto, Los señores ordenaron que nadie comiera de ese fruto.
Una doncella, Ixquic, hija de Cuhumaquic, se enteró de la existencia de este árbol e insistió en irlo a ver y comer de sus frutos. Cuando iba a cortar uno, la calavera de Hun-Hunahpú se dirigió a ella y le dijo que si deseaba probar los frutos extendiera su mano derecha, ella accedió y la calavera le escupió en la mano, otorgándole su descendencia. Así fueron concebidos Hunahpú e Ixbanlanqué.
Cuando Cuhumaquic se enteró del embarazo de su hija, consultó con Hun-Camé y Vucub-Camé, ellos le dijeron que la interrogara, si ella se negaba a hablar, había que sacrificarla. La doncella le dijo a su padre que aún no había conocido varón, así que Cuhumaquic enfurecido la mandó a sacrificar. Cuando iban de camino a sacrificarla, la joven les explicó que lo que llevaba en el vientre se había engendrado el día que había ido a ver el árbol con la cabeza de Hun-Hunahpú, ella logró convencer a los mensajeros para que la dejaran vivir y fabricó un falso corazón con el fruto del árbol de la sangre. Los mensajeros, después de haber entregado a los señores el falso corazón, subieron a la tierra para servirle a la doncella.
La doncella Ixquic llegó donde su suegra, la madre de Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú, abuela de Hunbatz y Hunchoén. La anciana no creía que Ixquic cargara en su vientre la descendencia de sus hijos, Hunbatz y Hunchoén se enfurecieron al oír la noticia, pero al final terminaron aceptando a Ixquic. La anciana la envió a traer alimento, así que Ixquic fue a los maizales de Hunbatz y Hunchoén, pero ahí no había casi nada de maíz, entonces Ixquic invocó al Chahal para que llenara su red con maíz. Al volver con la red llena de maíz, la suegra de Ixquic comprobó que en realidad Ixquic era su nuera y que los que llevaba el vientre eran sabios también.
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