Nacimiento de Hunahpú e Ixbalanqué, derrota de Hunbatz y Hunchoén:
Llegó el día del nacimiento de Hunahpú e Ixbalanqué, su abuela no los vio nacer. Ellos lloraban mucho, así que la abuela dijo que los durmieran afuera; entonces Hunbatz y Hunchoén los pusieron sobre un hormiguero y luego sobre las espinas, esperando que murieran a causa de la envidia que sentían, pero no murieron.
Los muchachos se criaron afuera, porque Hunbatz y Hunchoén se negaban a recibirlos en casa. Ellos se entretenían tirando con cerbatana, no eran amados por su abuela ni por sus hermanos y eran los últimos en comer, a pesar de que ellos traían el alimento, pero ellos no se quejaban, ni peleaban, sufrían en silencio porque estaban conscientes de su condición.
Un día, Hunahpú e Ixbalanqué llegaron a casa sin pájaros. Le dijeron a su abuela que los pájaros se habían quedado trabados en un árbol y que necesitaban la ayuda de sus hermanos para bajarlos. Cuando Hunbatz y Hunchoén se subieron al árbol, quedaron trabados; Hunahpú e Ixbalanqué los convirtieron en monos por todo el sufrimiento que les habían causado. Los muchachos volvieron a casa y tocaron la flauta para que volvieran sus hermanos, al verlos la abuela, se rió de ellos, entonces Hunbatz y Hunchoén volvieron al bosque después de haber intentado regresar cuatro veces.
Sin Hunbatz y Hunchoén, Hunahpú e Ixbalanqué se encargaron de la labranza. Con trucos y astucia engañaron a su abuela, labraron la tierra y se ganaron el alimento, pero al siguiente día toda la labranza estaba desecha. Entonces los muchachos decidieron investigar quién les había desordenado el terreno y descubrieron que era un ratón, iban a matarlo, pero el ratón tenía algo importante que decir, les contó a los muchachos que las cosas que sus padres utilizaban para jugar estaban en la casa y que su abuela no se las mostraba porque por ello habían muerto sus padres. Entonces alejaron a su abuela y a su madre de la casa para obtener las cosas y poder jugar pelota.
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